29/10/2016
Texto por: SAS
Fotos: © Topo Soft
Una «madriguera» llena de talento
Y acabaremos este breve repaso en tres partes del software que se produjo en nuestro país durante las décadas de los 80 y 90, en lo que se llamó la «Edad de Oro del software español», con una de las marcas españolas más reconocibles extra muros: Topo Soft.
En una primera entrada en este blog, analizamos el increíble trabajo que hizo Dinamic Software en la industria de los videojuegos españoles mientras que en una segunda vimos someramente el glosario más importante de Opera Soft y la capacidad de trascendencia generacional que tuvieron algunos de sus programas como La abadía del crimen. En esta ocasión, veremos lo que fueron capaces de alcanzar los chicos de Topo Soft, que fue ni más ni menos llegar hasta el país de donde nacen los sueños: ¡Hollywood!
El precedente directo de Topo Soft lo tenemos con Action, un sello fundado por Javier Cano (desgraciadamente fallecido el pasado 2013), y Emilio Martínez Tejedor. Ambos se conocieron en una empresa de construcción pero pronto descubrieron que tenían una pasión en común: la programación en BASIC. Su primer proyecto juntos fue un videojuego educativo titulado Mapgame (1985) con el que llamaron la atención de la conocida distribuidora ERBE Software, fundada por Andrew Bagney y Paco Pastor: sí, el famoso cantante del grupo español Fórmula V, quien supo canjear las notas musicales por los 8 bits, creando un imperio mastodóntico antes de que desapareciera trágicamente a finales de los años 90, tras las consecuencias devastadoras de un incendio (dicen las malas lenguas que provocado…).

«Emilio Martínez Tejedor y el, desgraciadamente, fallecido Javier Cano fueron los precursores de la compañía Topo Soft con su sello propio Action que llamó la atención de la conocida ERBE Software, distribuidora de Paco Pastor desaparecida a finales de los años 90».
Después de haber conquistado la confianza de los magnates de ERBE con Las Tres Luces de Glaurung (1986), un videojuego de plataformas que se exportó a Reino Unido teniendo mucha aceptación entre la «línea barata» inglesa de videojuegos para computadoras domésticas (MSX, Spectrum, Amstrad…), nace propiamente Topo Soft con tal de especializar los dos ámbitos que, por aquel entonces, tocaba ERBE: la distribución por un lado (cuya marca seguiría siendo la misma) y el desarrollo de videojuegos, creados bajo el sello de su filial Topo Soft. Los orígenes de tal nombre se deben a que para trabajar en sus programas, los chicos de Topo debían bajar por una escalera hasta el sótano de las oficinas. Además, se dice que alguien de ERBE poseía una tienda en el metro de Madrid con un nombre parecido.
Exportando el software español
Lo cierto es que tras esos topos (llamados así cariñosamente), se encontraban mentes tan luminosas y brillantes como la de Carlos Arias, Javier Cano, José Manuel Lazo, Emilio Martínez, Eugenio Barahonda, Ricardo Cancho, Roberto P. Acebes, José Manuel «Rambo» Muñoz, Rafael Gómez, César «Gominolas» Astudillo o Gabriel Ortas, entre otros. Los primeros programas que vieron la luz tras salir de la madriguera de Topo Soft fueron Spirits y Survivor, ambos producidos en 1987. El primero fue «un plataformas» tremendamente parecido al Phantomas 2 (1986) de Dinamic; el segundo estuvo inspirado en el imaginario de la saga de Alien creada por Ridley Scott.

A partir de esos dos primeros juegos, vinieron muchos otros tan dispares como Emilio Butragueño Fútbol (1988), Chicago’s 30 (1988) o la videoaventura La espada sagrada (1990) que gozaron de una considerable popularidad, pero sinceramente no fue por ninguno de ellos por los que me acuerdo de la «marca Topo»… Del mismo modo, tampoco me enganchó el videojuego que desarrolló Topo junto a Elite Systems Ltd. de la adaptación oficial de la película Gremlins 2: La nueva generación (1990). En aquel entonces, fue tal el prestigio que alcanzó Topo Soft que se convirtió en la primera desarrolladora de videojuegos española en conseguir explotar una patente de una película made in Hollywood. De hecho, ni siquiera su único competidor real, Dinamic Software, había conseguido tal logro.

El videojuego programado por Rafael Gómez y Alfonso Fernández, a mi parecer, no estuvo a la altura de las expectativas. Pese a que los sprites de los gremlins eran sobradamente buenos, el sprite de Billy Peltzer (con el que jugábamos), era bastante tosco y se movía demasiado lento en relación a la acción del videojuego, por lo que la jugabilidad era excesivamente complicada. También pecaba de que gráficamente no estaba del todo diferenciada la figura del fondo con lo que provocaba una «cacofonía óptica» (en argot, tenía los típicos «gráficos emborrachados») que llegaba a marearte a los pocos minutos de estar jugando. A mi modo de ver, los chicos de Topo tuvieron mejores momentos que lo que hicieron en Gremlins 2… Quizá aquello les acabó pasando factura ya que Topo jamás volvió a adaptar oficialmente ninguna otra película made in Hollywood…
«Topo Soft se convirtió en la primera desarrolladora de videojuegos española en conseguir explotar una patente de una película made in Hollywood, aunque Gremlins 2: La nueva generación no estuvo a la altura de las expectativas».
Pero, sin duda alguna, hubo un pack (a mi juicio) antológico que reunió lo mejor de lo mejor que ha parido esta mítica firma española de videojugos: Top by Topo Soft 2 (1991). Este fue un pack que contuvo, para mi, los 5 mejores videojuegos (exceptuando el Drazen Petrovic Basket (1989), que a mi «los deportivos» nunca me han «molao»), publicados por esta desarrolladora. En ese pack encontrábamos clásicos de la compañía como el ya mencionado Drazen Petrovich Basket (1989), Viaje al centro de la tierra (1989), R.A.M. (1990), Mad Mix 2: En el castillo de los fantasmas (1990) y mi añorado Ice Breaker (1990), del que ya hablaré más en profundidad durante el último párrafo de esta entrada.
«Top by Topo Soft 2 (1991) fue un pack mítico que reunió lo mejores videojuegos producidos por la compañía».
Las horas que me pasé «viciándome» a estos 5 juegos fueron unas cuantas (menos al «deportivo», aunque… bueno, reconozco que también jugué un par de veces y no estaba mal del todo —aunque solo fuera por escuchar la música del maestro «Gominolas»—). Pero el que marcó historia dentro y fuera de la compañía, sin duda, fue la reinvención del célebre Pac-Man con el título Mad Mix 2: En el castillo de los fantasmas (1989). Programado por Rafael Gómez, Roberto Potenciano «ACE» Acebes, Alfonso «Borrocop» Fernández, Antonio Moya, T.P.M., y Gabriel Nieto en la producción del juego, Mad Mix 2 contaba con la atractiva perspectiva isométrica como principal novedad respecto a su predecesor, cosa que le daba un aspecto más realista. El comecocos Mad podía hacer cosas nunca vistas hasta entonces como saltar, ir a una velocidad de vértigo tras comerse un coco determinado y los enemigos parecían sacados de la galería de los monstruos de la Hammer. Todo un «puntazo» de Topo en plena decadencia de la «Edad de Oro…».
Y, aprovechando que acabo de hablar de este mítico pack: Top by Topo Soft 2, no quisiera finalizar esta entrada sin comentar como se merece uno de los mejores videojuegos, a mi juicio, programados por Topo Soft, este no es otro que Ice Breaker, un videojuego (creo) no lo suficientemente valorado en su época. Fue un arcade de carreras diseñado por Rafael Ángel Cabrera y programado por Gabriel Ortas y Antonio Moya. En el apartado musical contó con la música de César Astudillo (también conocido por su legendario mote «Gominolas»). El videojuego a simple vista resultaba hasta «tonto»: el jugador controla un bobsleigh (o trineo deslizador) para abrirse paso entre el hielo y los enemigos que debe abatir sin salirse del tramo marcado por un túnel helado. Los gráficos no es que fueran muy elaborados y la historia tampoco era para tirar cohetes: hacia el año 4003, la Tierra vuelve a sufrir una devastadora glaciación por culpa de una máquina terrible denominada «Corvell». Los recursos vitales escasean y la única esperanza es llegar hasta la única zona del planeta habitable. A simple vista, un argumento fusilado de la famosa película futurista Mad Max (1979) de George Miller, pero la adicción de este juego fue tremenda para la época en la que apareció. Además, el tema principal de «Gominolas» era de estilo cuasi wagneriano, y se te enganchaba en la cabeza como una lapa, atrapándote sin remedio.
«Ice Breaker fue un arcade no lo suficientemente valorado en su época, inspirado en la película Mad Max, contaba una historia simple y futurista».
Poco después, tras Ice Breaker (1990) y Zona 0 (1991), un videojuego de inspiración en la película de Steven Lisberger, Tron (1982) empezó el fin de la «Edad de Oro del software español» con la aparición de los 16 bits, aunque Topo Soft permaneció hasta 1994 antes de pasar a la historia como una de las mejores empresas de videojuegos que ha dado nuestro país.