01/08/2024
Texto: SAS
Fotos: © Universal/Warner Bros. Pictures / Amblin Entmt. / The Marshall/Kennedy Co. / Lightnin’ Production Rentals
¡¡ATENCIÓN: ADVERTENCIA IMPORTANTE DE SPOILERS!! ESTA ENTRADA CONTIENE ALGUNAS REFERENCIAS RELEVANTES A PARTE DEL ARGUMENTO DE LA PELÍCULA.
Si de empresas se nutre el cine hollywoodiense es con las secuelas y ‘remakes’ de viejas glorias del pasado… No contentos con revivir (y destrozar) en estos ‘malditos dos miles’ clásicos de los ochenta como Indiana Jones, Star Wars y, ¡atención!, pronto veremos al cabronazo de Bitelchús, de nuevo encarnado por un septuagenario Michael Keaton ―atenderemos debidamente a ver cómo les sale el invento…―, ahora parece que le ha llegado el turno a la ‘nostalgia por los noventa’, empezando por un clásico de aquellos que agradó a todo el mundo: Twister (1996) de Jan de Bont, en una versión que es más un ‘remake encubierto’ que una secuela al uso…

De izq. a dcha.: el ‘trío’ amoroso del filme, Kate (Daisy Edgar-Jones), Javi (Anthony Ramos) y Tyler (Glen Powell) es verdaderamente de vergüenza ajena…
Un beso concluye una buena historia, produce la catarsis del espectador, nos hace empatizar con esos personajes que han vivido mil y una aventuras en la gran pantalla. El beso final hace grande una buena historia, nos hace cómplices de la película, nos muestra algo íntimo de los personajes que si no hubiese sido a través de la narración que nos plantea la ficción cinematográfica, jamás hubiéramos podido presenciar…
Pues bueno, el/la lector/a más avispado/a habrá deducido que si algo carece el nuevo filme de los tornados —dirigido en esta ocasión por el realizador americano de ascendencia surcoreana, Lee Isaac Chung— es de beso, algo que, para mi gusto cinéfilo, es prácticamente imperdonable, y más cuando detrás está uno de los grandes maestros del cine contemporáneo como lo es Steven Spielberg.
Podría llegar a ‘perdonar’ que el filme pretenda confundirnos con jerga científica y hacernos creer que la geoingeniería con yoduro de plata es algo ‘beneficioso’ cuando, en realidad, jamás se han contrastado verazmente sus posibles efectos ‘beneficios’. De hecho, todo lo contrario —incluso en el filme de Chung se muestra cómo, gracias a ese componente químico, es posible hacer ‘desintegrar’ un tornado, y si rompe un tornado, pues también tormentas, etc.—. No quiero entrar más en el tema ‘conspiranoico’.

¡Spielberg sugirió el final SIN beso de los dos que se habían filmado…! Muy mal, de verdad que muy mal… No excuses.
Podría llegar a perdonar también que los personajes tengan menos gancho que su predecesora. De hecho, Helen Hunt y Bill Paxton, en la original de 1996, como pareja desprendían poquita química en pantalla pero, al final, llegábamos a empatizar con su matrimonio en aras de divorcio y queríamos que acabaran juntos. Aquí, el ‘trío’ amoroso Kate (Daisy Edgar-Jones), Tyler (Glen Powell) y Javi (Anthony Ramos) es verdaderamente de vergüenza ajena: hay más química entre la madre de Kate (Maura Tierney) —la prototípica MILF— con Tyler —el prototípico ‘macho man‘—, que Tyler con ‘la chica’ de la película…
Incluso hasta podría pasar por alto que la música del filme —obra de Benjamin Wallfish, compositor en verdadero auge en el mundo musical de Hollywood— no deja de ser, de hecho, una mala fotocopia de la partitura maestra que Mark Mancina compuso para la de los años noventa, y jamás lo suficientemente valorada. Haciendo un esfuerzo por recordar, creo que la nueva película ‘tira’ más de soundtrack de grupos de rock que del score de Wallfish, algo que no pasaba en la original…
Pero, y reitero, todo esto hubiese podido haberlo pasado por alto si, al final de la película, me hubieran regalado ese beso DE RIGOR que cualquier narración necesita para empatizar mínimamente con la audiencia. Aunque parezca absurdo no lo es. ¿Qué hubiese sido El templo maldito sin el beso final entre Indy y Willie…? ¿Y Cuatro bodas y un funeral sin el beso final entre Andie McDowell y Hugh Grant…? Y tantas y tantas otras…
Y es que el beso final es de primero de carrera de cine, quizás Chung ese día ‘hizo pellas’… Pero Spielberg, seguro que no, ¡y, además, fue el mismo Spielberg quien sugirió el final sin beso de los dos que se habían filmado…! Muy mal por ambos, de verdad que muy mal… No excuses.
Valoración final: ** (Un ‘revival’ de un clásico menor de los noventa muy flojito y sin demasiado interés cinematográfico. Todo prescindible, excepto los efectos ILMescos…).
