12/04/2025
Texto: SAS Crenshaw
Fotos: © Warner Bros. / 20th Century Fox / Disney / Lauren Shurel Prod.
He aquí que se cumplen 40 años de uno de los filmes más maltratados de la historia del cine, como expreso vehementemente en el titular de esta entrada… Y es que «Lady Halcón», aquel filme olvidado en la filmografía de Richard Donner casi por todos, como la miel, quizás no esté hecha para el paladar de los cerdos… El filme no solo vino a engrosar la lista de películas inspiradas en la fantasía épica que se puso de moda a principios de los años 80 ―gracias a otras insignes del género como «Excalibur» (1981) de John Boorman o «Conan el bárbaro» (1982) de John Milius sino que innovó dentro del mismo género, ya que contaba con una banda sonora sonando a ritmo de rock, obra de dos componentes de The Alan Parsons Project. Su mala recepción en taquilla acabó relegando el filme al ostracismo. Pero, como siempre acaba sucediendo con las buenas obras de arte, «Lady Halcón» se convirtió en uno de esos filmes de culto que, poco a poco, ha sabido ganarse su fandom siendo reivindicada como toda una masterpiece del género cinematográfico de la alta fantasía. ¿Me acompañáis en este viaje épico a las mazmorras de L’Aquila, donde comienza nuestra historia…?

La fantasía épica está en L’Aquila
Estamos en la Italia medieval. Año indeterminado. En las mazmorras de L’Aquila, un joven ladronzuelo, Phillipe Gaston, apodado «Ratón» escapa de una ejecución segura. En su huida se encuentra con el Capitán Marquet que intenta capturarlo, pero es interceptado justo a tiempo por Etienne Navarre, el antiguo capitán de la guardia que ha sido degradado por el Obispo de L’Aquila debido a un oscuro secreto…
Navarre, montado a lomos de su intimidante corcel negro, Goliat y con un precioso halcón como compañero fiel, salva a Phillipe pero con la condición de que este le ayude en su plan para matar al Obispo. Por la noche, tras el ataque de un enorme lobo gris y viendo cómo el animal se vuelve dócil al reclamo de una dama misteriosa, Phillipe decide irse advirtiendo que a Navarre le envuelven oscuras fuerzas sobrenaturales.
Al día siguiente, alardeando en una posada sobre sus hazañas, el joven Phillipe vuelve a ser sorprendido por el Capitán Marquet y sus hombres hasta que este es rescatado nuevamente por Navarre. Pero durante el combate, tanto Navarre como su halcón son heridos por dos flechas. Navarre pide ayuda desesperadamente al «Ratón» para que vaya al encuentro de un viejo llamado Imperius, una especie de druida que vive en un castillo en ruinas siendo el único que puede salvar al pájaro moribundo. Una vez allí, Phillipe descubre que el halcón se trata, en realidad, de la dama misteriosa que encontró la pasada noche, descubriendo así también que el lobo se trata de Navarre.
A partir de ahí, el espectador vivirá una épica fantasía…
Un clásico de culto revalorizado
La gestación de la película resultó ser algo contradictoria… Mientras que el guionista oficial del filme, Edward Khmara —guionista, asimismo, de otro gran clásico de culto de los años ochenta, estrenado durante ese mismo año 1985 como lo fue Enemigo mío (dir. Wolfgang Petersen)— aseguraba que la idea se le había ocurrido haciendo jogging en el techo del edificio YMCA de Hollywood, los directivos de la Warner Bros. dijeron que esa idea procedía de una antigua leyenda popular, negándole así su autoría. El Gremio de Escritores se querelló contra la major que, finalmente, aceptó pagarle una pequeña compensación monetaria por su trabajo. No obstante, Khamara tuvo que compartir crédito con Michael Thomas (El ansia, 1983, dir. Tony Scott) y Tom Mankiewicz (conocido este último por sus trabajos como escritor en películas de James Bond) mientras que David Peoples, uno de los dos guionistas del clásico de culto, Blade Runner (1982, dir. Ridley Scott), colaboró como guionista no acreditado.
Richard Donner, el realizador del filme y uno de los más exitosos de su generación —con algunas de las películas más insignes de los ochenta a sus espaldas como Los Goonies (1985), Arma letal (1987) o Los fantasmas atacan al jefe (1988)— hubo intentado filmar Lady Halcón ya en 1981 y 1983, en Inglaterra y Checoslovaquia respectivamente. Pero no fue hasta 1985 cuando dos grandes estudios decidieron coproducir la película: Warner Bros., por un lado, y 20th Century Fox, por el otro. Donner, contratado casi a perpetuidad por la Warner, decidió firmar una película de alta fantasía, precisamente en una época en la que el género estaba en boga con películas que habían alcanzado una amplia popularidad como Excalibur (1981, dir. John Boorman), Conan el bárbaro (1982, dir. John Milius) o Cromwell, el rey de los bárbaros (1982, dir. Albert Pyun). Aunque la que filmó Donner, ironías del destino, resultó ser un fracaso de taquilla perdiendo 2,4 millones contra todo pronóstico… Hoy en día es un clásico de culto.

La banda sonora de The Alan Parsons Project, un valor añadido
Uno de los aspectos más recordados —y probablemente más odiados— de Lady Halcón sea su banda sonora. Compuesta originalmente por el prestigioso músico, Andrew Powell, ex miembro del afamado grupo de rock progresivo y sinfónico, The Alan Parsons Project, la banda sonora venía a secundar la moda perenne que hay entre el cine y los grupos de música pop. Encontramos claros ejemplos en las bandas sonoras de Flash Gordon (1980, dir. Mike Hodges) o Rocky III (1982, dir. Sylvester Stallone) donde la música de bandas como Queen y Survivor respectivamente adquieren un papel preeminente en el desarrollo de la narración. Asimismo, Donner quiso que la música de Lady Halcón estuviera compuesta por un grupo de música pop como The Alan Parsons Project, banda a la que el realizador admiraba. Es más, el realizador de Los Goonies usó canciones de dicha banda mientras realizaba las localizaciones de la película. La música, parcialmente compuesta a ritmo de rock, fue ampliamente criticada entonces, aunque, a día de hoy, se ha convertido en una pieza nostálgica del cine de los 80.

Las disputas por Navarre
Inicialmente, el papel protagonista del Capitán Navarre se le ofreció a Kurt Russell. Del mismo modo, Rutger Hauer, muy a su pesar, iba a interpretar a su némesis, el Capitán Marquet, ya que Hauer estaba más interesado en hacer de Navarre. Russell finalmente saltó de la producción y así Hauer pudo interpretar su codiciado papel. Para el rol del ladronzuelo, Phillipe Gaston, los productores barajaron nombres tales como los de Dustin Hoffman o Sean Penn, mientras que para el Obispo de L’Aquila estuvieron considerando ni más ni menos que al cantante de los The Rolling Stones, ¡Mick Jagger! Michelle Pfeiffer —actriz que llegó al estrellato gracias al filme dirigido por Brian De Palma, Scarface (1983)— dio vida a la hermosa Isabeau D’Anjou, la trágica ‘dama halcón’ de la película. Lo cierto es que, hoy por hoy, no podríamos ver a otros actores interpretando a sus respectivos personajes.

Dos amantes unidos eternamente y separados para siempre…
Michelle Pfeiffer, en su trágico papel de lánguida dama nocturna, luce espectacular gracias a la labor, todo hay que decirlo, de Nanà Cecchi, en el diseño de vestuario y de Giancarlo Del Brocco, en el diseño de maquillaje mientras que Rutger Hauer desprende testosterona a raudales en su papel de caballero y macho alfa, cual lobo atemorizante en el que se convierte por las noches… La historia de amor de dos amantes destinados a estar juntos pero separados al mismo tiempo —cuarenta años después, Warner Bros. persiste en que se trata de una leyenda popular…— es una de las más potentes a nivel dramático jamás filmadas, quizás tan solo por debajo de Casablanca (1942, dir. Michael Curtiz).
La grandeza de este filme se descubre pasados los años, como el buen vino, que resulta más bueno e intenso cuanto más añejo es… Merece pues recordar como es debido esta película peregrina que, aunque pasó por las salas de cine en 1985 con más pena que gloria, ¡el tiempo ha sabido ponerla en su lugar!
Valoración final: **** (Película que, a pesar de resultar un fiasco comercial en el momento de su estreno, abrió camino para la innovación y que, al cabo de los años, se acabó convirtiendo en una indiscutible pieza de culto de los años 80).

