«Multivisceral»: 43 años de «La Cosa», el filme de culto por excelencia de John Carpenter

25/06/2025
Texto: Jordi Castellví
Fotos: © Universal Pictures / Turman-Foster Company


La paz de una interminable extensión de nieve antártica es quebrantada por disparos. Un perro es perseguido ansiosamente por un helicóptero noruego. El tirador sigue al perro hasta una base americana, su histérica determinación por matar al can desata una violencia irracional que termina con la explosión del helicóptero, un herido de bala y dos muertes incluida la suya. Libre ya del acoso, el animal, indiferente, entra al tranquilo refugio, a la espera del calor humano…

Con John Carpenter al mando, impresionantes fx de Rob Bottin y una atmosférica BSO de Ennio Morricone, Kurt Russell interpretó al lacónico MacReady, que junto a los otros hombres del campamento se sumergirá en la paranoia, la desconfianza y el terror. Porque el perro trae el mal al lugar como una maldición infecciosa; un mal de otro mundo. Pues una vez ha entrado, cualquiera puede ser la ‘cosa’. El Lovecraft de “En las montañas de la locura” reside en “The Thing” (1982). Y, ¿qué es La Cosa?: la locura    hecha carne.

La incertidumbre enrarece el ambiente en una tensión insoportable. El miedo por sospechar que el que tienes al lado no es tu compañero, sino algo que lo imita con escalofriante exactitud mientras en el interior de su cuerpo, silenciosamente, bulle un frenesí de entrañas reorganizándose en extravagantes configuraciones, formando nuevos e incompresibles órganos esperando que bajes la guardia para atacarte con ellos.

El torso de Norris se abre en unas dentadas fauces de las que emerge una columna visceral coronada por una réplica aberrante de su cabeza. La original se desgarra del cuerpo, lanza una lengua látigo, y despliega patas y ojos escapándose como una araña salida de enfermizos delirios.

La parasitaria forma de vida fagocita a otros organismos para clonarlos. Se subdivide, muta, elude millones de años de evolución para fragmentarse del cuerpo si es dañado; absorber nuevo tejido, copiar cada célula, sobrevivir.

El Lovecraft de «En las montañas de la locura» reside en «The Thing».

Se esconde dentro de su víctima, paciente, hasta que la carne muestra su extraño horror: la razón pierde sus costuras y la realidad se desancla distorsionándose. La ‘cosa’ intenta invadir a los hombres, la locura lo consigue. Lo grotesco erupciona furiosamente mostrando lo abominable, lo de más allá de nuestro entendimiento. Una efervescencia de viscosos tentáculos y ligamentos aflora de lo que parecía un amigo, agitándose violentamente en medio de gorgoteantes bramidos inhumanos y líquidos expelidos. Acribillarla a balazos es inútil, de la pulpa sangrienta eclosionarán multiplicidad de miembros cartilaginosos, músculos amorfos, costillas y mandíbulas que crecerán como tumores reproduciéndose vertiginosamente, con apéndices reptando hacia otra presa que asimilar.

En el aislamiento del campamento, nadie puede confiar en nadie.

Se esconde dentro de su víctima, paciente, hasta que la carne muestra su extraño horror: la razón pierde sus costuras y la realidad se desancla distorsionándose.

La carne como ente conquistador. Una forma sin forma que corrompe la vida desfigurándola en innumerables facetas monstruosas. Una epidemia hecha de infinitos disfraces de carne, siempre inventando modos de moldear la sustancia biológica. Brazos multiplicándose, cráneos abriéndose en una panoplia de colmillos, horrendas protuberancias que se deshacen y metamorfosean en ojos o pinzas. Inenarrables transformaciones de algo que posee mil caras sin una propia.

¿Es una sola criatura? ¿O cada pedazo de ella puede ser una? Lo testean quemando muestras de sangre: ¿quién no es humano? Se cierne la angustiosa duda sobre el otro, los demás, incluso sobre uno mismo. El temor a perder la identidad propia en favor del horror cósmico. La sangre chilla y huye revelando la naturaleza mimética de Palmer, la pesadilla gelatinosa surge de su interior brotando lo macabro y tentacular de nuevo. El individuo se desvanece, el monstruo persiste.

En el aislamiento del campamento, nadie puede confiar en nadie.

En medio del desierto de hielo arden los restos de la base iluminando la fría noche. Los supervivientes, mirándose con recelo, tienen una nihilista conversación tan breve como su esperanza de vida: «¿Qué hacemos?», «¿Por qué no esperamos, aquí un rato, a ver qué ocurre?». Mientras, titilan los escombros y la luz mortecina se extingue poco a poco, como el aliento de esos ¿dos? hombres. El vendaval azota viento en sus rostros. Y allí se quedan, esperando que el fuego se apague y la oscura noche los devore, junto a terrores desconocidos. Junto a extraños terrores sin forma.

Valoración final: ****1/2 (Fracasó en su momento, hoy es un clásico indiscutible. Un viaje hacia el lado más carnal del horror cósmico).

Publicado por Pano Art Books

Independent publishers since 2020. PanoArtBooksTienda.com

Deja un comentario