22/07/2017
Texto por: SAS
Fotos: © Universal Pictures / Amblin Entertainment / U-Drive Productions
«Con los años he logrado entender al completo esta trilogía de la que el famoso científico Carl Sagan aseguró que son unas de las mejores películas que jamás se han filmado».
El mayor error que he cometido en mi vida fue ver Regreso al futuro II, Back to the Future II (1989, Robert Zemeckis) antes que la primera parte… Bueno, yo solo era un chaval de apenas 10 años que iba a ver una película que algún compañero del colegio me había recomendado encarecidamente. A pesar de que no me enteré de la mayor parte de la película (¿qué podía esperar?) me encantó dicho filme y, entonces, decidí poner remedio a mi terrible equivocación alquilando en un videoclub de mi barrio (¿alguien recuerda lo que era eso… «piratillas» de internet…?) la primera Regreso al futuro, Back to the Future (1985, Robert Zemeckis) y, sólo entonces, pude entender algunas cosas: lo que mi pueril mente de chaval preadolescente de diez años pudo alcanzar. Con los años he ido revisitando periódicamente esta trilogía clásica de la ciencia ficción norteamericana y he logrado entenderla al completo, de la que el famoso científico Carl Sagan aseguró ser unas de las mejores películas que jamás se han filmado.
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El resumen de la película es muy simple: un chaval de 17 años, que ha viajado accidentalmente al pasado en una máquina del tiempo, interfiriendo con sus propios progenitores, debe lograr que sus padres se enamoren para asegurar así su propia existencia. En resumen esa es la línea maestra del guión firmado por Bob Gale y Robert Zemeckis a cuatro manos. La idea se le ocurrió al propio Gale que, cierto día trasteando en el desván, encontró una fotografía de la graduación de su padre y este se preguntó: «¿Qué podría haber pasado si hubiese coincidido con mi padre en el instituto? ¿Hubiésemos sido amigos…?» A partir de aquí, Gale ideó una historia en el que su protagonista viaja al pasado e interfiere accidentalmente con sus padres, en donde su propia madre se enamoraba de él y, al mismo tiempo, se hacía amigo de su propio padre para poder salvarse a si mismo.

Era una idea magnífica pero ningún estudio quería hacerla: una de las principales razones, aunque parezca sorprendente, era porque resultaba demasiado blanda en comparación con las películas sobre adolescentes subiditas de contenido sexual que se estaban haciendo y que estaban triunfando por aquella época de principios de los ochenta como Los incorregibles albóndigas, Meatballs (1979, Ivan Reitman) o Porky’s (1982, Bob Clark). Gale y Zemeckis hicieron por lo menos 40 intentos para llevarla a la pantalla, pero hasta que Zemeckis no obtuvo el éxito masivo con Tras el corazón verde, Romancing the Stone (1984, Robert Zemeckis), los estudios Universal no le dieron luz verde al proyecto de Regreso al futuro. Eso, y que Spielberg apostó siempre por el proyecto de los viajes en el tiempo de Gale y Zemeckis.
La moraleja de la historia está clara: todo lo que hagas en el pasado, te repercutirá en tu futuro. Cuando empieza el filme, George McFly, el padre de Marty, es el pelele de Biff: le redacta los informes en casa fuera del trabajo, le roba las cervezas, le coge el coche a George y se lo destroza… Marty observa, al viajar hacia el pasado, que cuando eran jóvenes sucedía exactamente lo mismo entre Biff y su padre: el joven Biff hacía que George le redactara los deberes del instituto, se aprovechaba de él, etc. Sólo cuando Marty viaja al pasado y consigue que su padre le plante cara a Biff, George arregla su futuro. Además, el George McFly del inicio del filme nunca apostó por él mismo: Marty descubre que cuando su padre era joven escribía historias de ciencia ficción y que, con el paso de los años, acabó por dejar. Pero, al acabar la primera parte de la trilogía, el George McFly que apostó por él mismo, edita su primera novela de ciencia ficción y (qué curioso) Biff acaba siendo su «sirviente».
«La moraleja de Regreso al futuro I está clara: todo lo que hagas en el pasado, te repercutirá en tu futuro… Sólo cuando Marty viaja al pasado y consigue que su padre le plante cara a Biff, George arregla su futuro».
Regreso al futuro II, o cómo hacer una película sobre el futuro sin equivocarse demasiado

Debido al enorme éxito que obtuvo la primera parte, los directivos de la Universal casi «obligaron» a los productores a hacer la segunda parte. Aunque Gale y Zemeckis tan sólo les pusieron una condición: poder filmar una tercera parte que se empezaría a rodar justo al acabar la segunda, algo que marcó un precedente en la industria cinematográfica. Universal aceptó y presupuestó las dos secuelas por 80 millones de dólares: 40 para cada una de ellas.
De hecho, a Zemeckis nunca le entusiasmó rodar el «futuro» porque, según el cineasta: «resultaba demasiado arriesgado hacer predicciones ya que, a la larga, pueden resultar descabelladas». De todos modos, hubiese sido absurdo no hacerlo ya que tenían una oportunidad de oro y, además, la audiencia lo estaba esperando. Así pues, se volvió a reunir a todo el equipo técnico y al casting original para las dos secuelas. A todos menos a Crispin Glover, el actor que interpretó al padre de Marty McFly que, por desacuerdos con sus royalties, no participó en las secuelas. Glover exigía unas condiciones económicas que los productores no creyeron adecuadas para su estatus como actor. Así pues, Glover declinó la oferta y el guionista optó por matar al personaje.
«A Zemeckis le interesó más volver a 1955 para filmar la historia vista en la primera película desde otro ángulo, que filmar el «futuro» (pasado) de la Hill Valley de 2015».

Lo que realmente le interesó a Zemeckis, más que filmar en el «futuro» (pasado) de la Hill Valley de 2015, fue volver al año 1955 para filmar la historia vista en la primera película desde otro ángulo, algo que marcó otro precedente en la historia, ya que esto no se había hecho anteriormente en ninguna otra película. Para ello, Zemeckis pidió a ILM (Industrial Light and Magic), la empresa que se encargó de los efectos especiales propiedad de George Lucas, que construyera la VistaGlide, una cámara especial para filmar en un mismo plano al mismo actor interactuando entre sí.
De hecho, ese es uno de los aspectos más interesantes de la historia que, esta vez, se centra en el personaje de Biff Tannen: el viejo Biff de 2015 descubre que Doc Brown inventó una máquina del tiempo y, en un momento de despiste de Marty y el científico, el antipático anciano usa el DeLorean para darse a sí mismo en el pasado 1955 un almanaque con los resultados de los últimos cincuenta años de toda clase de eventos deportivos. Eso hace que se cree un 1985 alternativo en donde Biff es un cruel multimillonario que gobierna Hill Valley a sus anchas y se casa con la madre de Marty. Además, también descubrimos que Biff mató a George McFly (así, Bob Gale arreglaría la ausencia de Glover en la película). Marty y Doc deben volver a 1955 para evitar que Biff logre su objetivo, aunque, al volver al pasado, nuestros protagonistas se encontrarán con alguna que otra paradoja temporal (curiosamente, el título en clave para la película fue Paradox, Paradoja en español).

Al final, pese a que Zemeckis se mantenía reacio a filmar en el futuro porque no quería predecir ninguna burrada, predijo bastantes cosas como las tablets, las videollamadas o las gafas celulares que usa la hija de Marty McFly (atención: ¡interpretada por el mismo Michael J. Fox!). Los coches voladores, los aeropatines o las chaquetas que se secan solas son aún cosas del futuro real, mientras que la Pepsi Perfect o las Nike Air MAG se materializaron en honor de esta película.
Regreso al futuro III, o cómo viajar al salvaje Oeste americano y volver justo a tiempo

«El gran mérito de Regreso al futuro III quizás fuera que se hizo en una época (principios de los años 90) en que el género del western estaba pasado de moda en la gran pantalla».
Para el capítulo final de la trilogía, los productores ya sabían dónde (mejor dicho, cuándo) transcurriría esta película: en el salvaje Oeste americano de 1885. La elección fue, de hecho, del propio J. Fox. Durante la primera película, Gale y Zemeckis le preguntaron: «Oye, Michael: ¿a dónde te gustaría viajar si tuvieras el DeLorean de la película?» La respuesta del actor fue directa: «¡Al Oeste!» Así pues, todo el equipo se embarcó a hacer un western mientras aún estaban acabando de editar el segundo filme.
Lo cierto es que todo el equipo de las dos primeras entregas quería hacer un western: desde Michael J. Fox hasta Dean Cundey, el director de fotografía del filme, por no mencionar a los creadores originales de la saga Bob Gale y Robert Zemeckis. Según este último: «El Far West representa el Romanticismo Americano… Todo cineasta quiere hacer un western, de hecho teníamos un montón de especialistas dispuestos a convertirse en indios, vaqueros y soldados de la caballería montada para la tercera parte.» El gran mérito de Regreso al futuro III quizás fuera que se hizo en una época (principios de los años 90) en que el género del western estaba pasado de moda en la gran pantalla.

«En esta última, el protagonista de la función es Doc y el romance que surge entre él y Clara Clayton. Es este romance el que introduce dilemas morales muy interesantes en los personajes».
El gancho de la película, en esta ocasión, estuvo en que Emmett le envía una carta a Marty a través de un misterioso mensajero justo al final de la segunda parte en donde le dice a Marty que se encuentra sano y salvo en el lejano Oeste norteamericano. Pero, más adelante, se descubre que tras enviarle la misiva, Bufford Tannen, un antepasado de Biff, mató al científico por una deuda. Marty decide viajar con el DeLorean (oculto durante 70 años en una cueva) al viejo Oeste para salvar a Doc. El conflicto, en esta ocasión, está en el personaje del científico, que se enamora de una dama en apuros: la profesora Clara Clayton recién llegada a la Hill Valley de 1885.
Zemeckis explica cómo Marty, de hecho, no es el protagonista de ninguna de las películas de Regreso al futuro sino que actúa cual maestro de ceremonias de la trilogía fílmica: en la primera película es su padre, George McFly, el verdadero protagonista de la historia. En la segunda entrega, el protagonismo lo adquiere Biff, quien intenta beneficiarse de los viajes en el tiempo tan sólo para su provecho. En esta última, el protagonista de la función es Doc y el romance que surge entre él y Clara Clayton. Es este romance el que introduce dilemas morales muy interesantes en los personajes sobre si volver al futuro o bien quedarse en el pasado con el riesgo de poder morir en el intento.
«Sólo cuando el expresidente Ronald Reagan citó en un discurso sobre el estado de la Nación: «Llevémos a América hacia el futuro, donde no necesitemos carreteras…», los productores de la saga se dieron cuenta del impacto que habían causado sus indelebles películas».

Además el guión firmado por Gale de nuevo, contenía la problemática de poder viajar al futuro: el depósito de gasolina del DeLorean fue alcanzado por una flecha india y los protagonistas no pueden repostar combustible. La única manera de alcanzar los 120 km/h para regresar al futuro es que una locomotora de vapor empuje del DeLorean a tal velocidad (cosa que no era tan fácil en aquellos tiempos de la Segunda Revolución Industrial). El climax de la película fue realmente soberbio con el DeLorean tirado por la locomotora mientras explotan los leños de colores a punto de despeñarse por un barranco. Por lo general, la tercera parte fue más aplaudida por la crítica que la segunda.
En resumen, esta trilogía ha permanecido como unas de las mejores películas de ciencia ficción que se han realizado jamás y han logrado aguantar estoicamente el paso del tiempo. En cierta ocasión, el expresidente Ronald Reagan dijo en un discurso sobre el estado de la Nación: «Llevémos a América hacia el futuro, donde no necesitemos carreteras…», parafraseando a Doc durante el final del primer filme. Fue sólo entonces cuando los productores de la saga se dieron cuenta del impacto que habían causado sus indelebles películas.
Continúa en el WordPress de «Friki Non Plus Ultra»… 32 frikadas que seguramente no tenías ni idea sobre la trilogía de “Regreso al futuro”…
«A donde vamos no necesitamos carreteras» Emmett Brown. Un buen encabezado para un libro sobre arte contemporáneo.
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Pues sí, totalmente de acuerdo. Y gracias por tu comentario, Fernando!
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