29/03/2022
Texto: Jordy Stanley
Fotos: © Universal Pictures / Dino De Laurentiis Company

Conan el Bárbaro recaudó más de 100 millones de dólares, aunque seguramente no fue la cifra esperada por los estudios. A partir de ahí, el resto es historia.
El 28 de marzo de 1981, comenzaba en Almería (España) el rodaje de Conan el Bárbaro (1982), dirigida por John Milius y protagonizada por Arnold Schwarzenegger. Un año más tarde, el 14 de mayo de 1982 se estrenaba en EE.UU. la película, alcanzando una cifra nada desdeñable, más de 100 millones de dólares, aunque seguramente no fue la cifra esperada por los estudios. A partir de ahí, el resto es historia.
Personalmente, cuando se estrenó el film tenía la tierna edad de cuatro años y, obviamente, no estaba mucho por la labor… Así pues, como muchos por aquella época, mi primer contacto con la cinta fue la noche del viernes 19 de agosto de 1988, en el espacio televisivo Viernes de cine que tan acertadamente ofrecía la TVE 1 por aquellos tiempos. Ahí estaba yo, con un flamante aparato de video que mis padres habían comprado hacía poco, una cinta TDK en una mano y el mando a distancia en la otra, para pausar la grabación en el momento en que emitieran anuncios (y nos quejábamos por aquellos entonces de la publicidad en la televisión; no sabíamos lo que nos esperaba). Los tráileres publicitarios que la cadena había emitido durante la semana, me habían creado el hype (en mi época se llamaba excitación) suficiente para dar la brasa a mis padres continuamente para poder trasnochar y visionar ese Conan el Bárbaro que tanto prometía.

El póster de la cinta fue obra del cartelista de cine Renato Casaro convirtiéndose en todo un icono del cine de los años ochenta.
La obra maestra de Milius
El personaje, ya hacía tiempo que me había ganado, gracias a los cómics y, concretamente, al ‘Especial Verano’ publicado por Fórum en junio de 1986. Un cóctel más que bien aderezado para crear un fanboy del cimerio hasta el día de hoy.
La primera impresión con esta obra maestra de Milius fue alucinante. ¡Sin más, aluciné pepinillos! Desde el principio con el Conan niño, interpretado por Jorge Sanz, hasta la imagen final, con un Conan más maduro, sentado en un trono y con la voz en off que nos contaba que nuestro personaje lograría ser rey por sus propios medios. No es aquí el momento de hacer un análisis pormenorizado de la cinta, ya habrá lugar y momento adecuado para ello, pero sí creo que este espacio nos puede servir, como mínimo, para dar rienda suelta a la nostalgia y esbozar cuatro rasgos definitorios de este Conan el Bárbaro que en 2022 cumple nada menos que 40 añazos.
Una de las sorpresas para muchos cuando comenzó el cásting y el posterior rodaje fue la elección del actor que iba a interpretar a Conan, el bárbaro cimerio ideado por Robert E. Howard, durante la primera mitad del siglo XX. No iba a ser otro que un musculoso, aunque desconocido, austríaco, llamado Arnold Schwarzenegger, que por aquella época ya era seis veces ganador del título Mr. Olympia (su séptimo título lo logró tras haber rodado la película). Su hasta entonces carrera cinematográfica había sido breve, pero intensa. Un primer papel en Hércules en Nueva York (1969), donde aparecía en créditos como Arnold Strong, más tarde un papel secundario en The Long Goodbye (1973) y luego la actuación que le valió el Globo de Oro a la nueva estrella del año en Stay Hungry (1976). Esta última le trajo el reconocimiento, pero sería con Pumping Iron (1977) con la película con la que llamaría la atención de la industria. No cabía duda, que Arnold estaba físicamente más que capacitado para encarnar a Conan, aunque ¿lo estaría interpretativamente?
Unas imágenes espectaculares, pocas líneas de texto y ese aire rústico, si se me permite bárbaro, del joven actor, le fueron como anillo al dedo a Arnold quien se convirtió en la imagen más prosaica del Conan que todos teníamos en la cabeza: un asesino despiadado, arrogante, mujeriego y sin muchas luces.
Unas imágenes espectaculares, pocas líneas de texto y ese aire rústico, si se me permite bárbaro, del joven actor, le fueron como anillo al dedo a Arnold Schwarzenegger.
«Lo que no nos mata, nos hace más fuertes»
Los pesos pesados de esta producción, a parte de su director John Milius, eran sin lugar a dudas Max Von Sydow y James Earl Jones. El primero tenía un papel bastante secundario como rey Osric, mientras que el segundo encarnaba ni más ni menos que a Thulsa Doom, el mítico brujo que poblaba la imaginería de la era Hiboria. Ambos dos iban a aportar su sabiduría como actores tanto a Arnold Schwarzenegger como a Sandahl Bergman, quien interpretaba a Valeria, papel que le serviría para conseguir el Globo de Oro a la nueva estrella de ese año 1982. Todo ello adobado con un guion escrito por John Milius y Oliver Stone y la posterior dirección del primero llevaron a esta película a convertirse, a mi parecer, en un hito para todos aquellos que amamos los cómics, a Conan y las películas de acción fantástica.
Para mí, pensar en el Conan el Bárbaro de John Milius y Arnold Schwarzenegger es recordar una maravillosa vivencia: tardes y tardes revisionando la película (creo que la habré visto casi cien veces), introducirme en la filosofía gracias a la máxima de Nietzsche: “Lo que no nos mata, nos hace más fuertes”, la oscuridad absoluta rota por el hierro líquido, candente de la forja del padre de Conan, los valores (la amistad, el amor, la camaradería, el honor), tan ausentes en nuestro cine actual… La verdad es que son infinidad de recuerdos. ¿Y qué decir de la banda sonora? Una obra maestra de Basil y Zoë Poledouris.
El argumento de la película fluye. Estamos ante un bildungsroman que nos traslada desde la aldea de un niño hasta el trono de un hombre, que nos narra las aventuras, o más bien desventuras, de un antihéroe con el que acabamos identificándonos y con el que cabalgamos minuto a minuto a través de los desérticos paisajes hispanos. Para mí es una obra total que rememoro desde la nostalgia, claro está, que ha formado, forma y formará parte de lo que soy. Este Conan está de merecido aniversario y nosotros, desde este humilde weblog, lo celebramos por todo lo alto.
No cabía duda, que Arnold estaba físicamente más que capacitado para encarnar a Conan, aunque ¿lo estaría interpretativamente?