05/10/2019
Texto: SAS
Fotos: Village Roadshow Pictures / Warner Bros. / BRON Studios / DC Entertainment
¡¡ENTRADA LIBRE DE SPOILERS!! LEE TRANQUILO: HEMOS REDACTADO ESTA CRÍTICA SIN TENER QUE REVELAR NADA DEL ARGUMENTO DE LA PELÍCULA.
Los que vayan a ver Joker con la idea de reírse y pasar un buen rato, se equivocarán totalmente: esta no es, ni mucho menos, una película de superhéroes al uso, sino todo lo contrario.
Arthur Fleck, paladín de la tendencia «incel»
Hoy mismo, navegando por internet, he aprendido que existe este término para definir a una clase de hombres muy determinada. Los «incel» (según Wikipedia): «abreviatura de la expresión inglesa involuntary celibate, celibato involuntario, es una subcultura que se manifiesta como comunidades virtuales de personas que dicen ser incapaces de mantener relaciones sexuales con una pareja, como sería su deseo.» La enciclopedia online sigue definiéndolos como hombres, generalmente, heterosexuales llenos de resentimiento social, con brotes de misoginia y misantropía, los cuales hacen uso de la violencia contra las mujeres y contra otros hombres, es decir, contra los supuestos «machos alfa».
El personaje de Arthur Fleck (el «Joker» al que alude el título), excelentemente interpretado por Joaquin Phoenix, se circunscribe a la perfección dentro de esta categoría social presentándose de entrada como un marginado social, con una enfermedad mental crónica y con aspiraciones para la comedia, aunque continuamente humillado por la sociedad. En uno de los momentos más brillantes y contundentes del guión, Fleck se autodefine a sí mismo como «alguien que no recuerda haber sido feliz ni en un segundo de su puta vida…» Su continua risa espasmódica bien podría haber sido producto de todo ello, bien producto de su enfermedad mental, incluso, consecuencia directa del estrato social al que hemos aludido antes con los «incel» que, de hecho, parece más una tendencia que cualquier otra cosa. Esa risa burlona y contagiosa, ejecutada de manera orgánica (que no mecánica) por Phoenix, en ningún momento resulta graciosa o divertida. Así pues, los que vayan a ver Joker con la idea de reírse y pasar un buen rato, se equivocarán totalmente: esta no es, ni mucho menos, una película de superhéroes al uso, sino todo lo contrario.

«El mundo me ha hecho así»
Al salir del cine, tras haber visto Joker en una sesión intempestiva, me vino a la cabeza inmediatamente el estribillo de la canción de Jeanette «Soy rebelde», aquel que dice: «yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así»… que bien podría haber formado parte perfectamente de la banda sonora «cantada» del filme. Y es que la película de Todd Phillips, anteriormente versado en «comedias-tontas-americanas» del estilo American Pie, no tiene nada que ver con esas mismas producciones. Phillips firma, sin temblarle el pulso, una obra atípica dentro del género del cine de superheroes. Sí, es de superheroes aunque esté basada en un supervillano. El espectador que vaya a verla sabrá lo que quiero decir con esto cuando Arthur descubre parte de la verdad sobre su infancia…
Phillips firma sin temblarle el pulso una obra atípica dentro del género del cine de superheroes.

La eterna polémica entorno a la violencia
La cinta no llega a nuestras pantallas carente de polémica. Tal y como sucedió en 1971 (hace ya casi cincuenta años) con la controvertida película del maestro Kubrick, La naranja mecánica, la cual fue calificada de «extrema violencia» y que el propio director tuvo que mandar retirar, pues algo parecido le está sucediendo a Joker. A punto ha estado de no estrenarse en México para evitar el «efecto dominó», lo que podría haber desencadenado en una ola de violencia. Además, el filme ha obtenido la calificación de R en Norteamérica, eso significa que los cines deben prohibir la venta de entradas a menores de 17 años. Con todo ello, Warner Bros. ha decidido jugársela con el estreno de Joker, no sin volver a presentarles sus respetos a las familias de las víctimas cuando, hace siete años, un desequilibrado mató en una sala de Denver a catorce personas disfrazado del villano del film. Pese a la violencia explícita que hay en ella, esta no deja de ser inevitable, hasta diría que resulta necesaria, lo que la convierte en una radiografía perfecta de nuestra sociedad hipócrita y demuestra mordazmente la influencia que ejercen los poderes fácticos a un individuo totalmente deshumanizado.
Joker es una radiografía perfecta de nuestra sociedad hipócrita y demuestra mordazmente la influencia que ejercen los poderes fácticos a un individuo totalmente deshumanizado.
Nada hay que reprocharle a una película tan honesta, dura y, al mismo tiempo, tan cinematográfica y oscura como lo es Joker, que bebe directamente de clásicos del cine moderno como de la citada película de Kubrick o de la mítica Taxi Driver de Martin Scorsese. Arthur Fleck (Joker que ni supera ni iguala al de Heath Ledger, simplemente Phoenix está en otro registro) es un reflejo de Travis Bickle, Alex DeLarge o, incluso, del personaje que catapultó la carrera actoral de Jake Gyllenhaal en la magistral Donnie Darko (2001, dir: Richard Kelly). El resultado es que la película ha obtenido el León de Oro en el 76º edición del Festival Internacional de Cine de Venecia y se prefigura como una clara candidata a recibir varias nominaciones para los Premios Óscar del año que viene. De hecho, a la película tan sólo le sobra el epílogo para ser considerada como una obra maestra de nuestros tiempos.
Valoración global: ****1/2 (Película que clama ser un clásico de culto en un breve plazo de tiempo).